Es fácil y difícil a la vez hablar de carismas en san Pablo. Difícil, porque el pensamiento y la práctica de las iglesias paulinas son de hace dos mil años y el uso de la palabra carisma no tiene el sentido dado habitualmente en nuestros días. Pero fácil en cambio, porque la experiencia de estos acontecimientos del Espíritu resuena siempre en nosotros en la oración, en nuestra confesión de fe y en toda nuestra actuación cristiana. Los carismas, lejos de ser objetos de curiosidad de algún museo bíblico, permanecen siempre actuales en el origen de todas las renovaciones cristianas, personales y comunitarias.

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